CORRIENTE LITERARIA: MODERNISMO
MODERNISMO
Con el término Modernismo se designa un movimiento literario fundamentalmente hispano
que se inicia a finales del siglo XIX y se prolonga hasta la 1ª década del siglo XX (se considera
extinguido hacia 1915). Es un movimiento de renovación estética en el que van a influir dos
corrientes poéticas francesas del siglo XIX: el Parnasianismo (defiende el culto a la perfección formal,
“el arte por el arte”) y el Simbolismo (caracterizado por la sugerencia y la búsqueda de efectos
rítmicos).
El Modernismo nace en Hispanoamérica. Se encuentra la presencia de la nueva estética en la
prosa juvenil del cubano José Martí, que puede ser considerado como el precursor. Pero es el
nicaragüense Rubén Darío el líder y la figura más representativa del movimiento. En Darío la
influencia francesa convive con un profundo conocimiento de la tradición española, desde Berceo
hasta Bécquer; su poesía integra influencias que podrían parecer incompatibles pero para él el arte
es una “armonía de caprichos”. Su trayectoria representa la de todo el movimiento: existe un primer
período de gran plasticidad y sonoridad y de temas refinados y evasivos (su primera obra, Azul
(1888) marca también el inicio de esta corriente); luego vendría Prosas Profanas (1896) que supone
la culminación de ese Modernismo exuberante y donde introduce temas españoles; su última obra,
Cantos de vida y esperanza (1905) lo sitúa en la línea de un Modernismo más intimista y meditativo.
TEMAS FUNDAMENTALES:
Una desazón “romántica: la influencia de Bécquer es evidente en sus textos: rechazo de una
sociedad vulgar (“Yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer”, decía Darío); parecida
sensación de desarraigo, de soledad… La defensa de las pasiones y de lo irracional volverá a dar paso
al misterio, a lo fantástico, a los sueños… Pero lo más importante son las manifestaciones de hastío y
de profunda tristeza; por ello, la melancolía y la angustia son sentimientos centrales (ejemplo:
“Sonatina” de Prosas profanas o “Lo fatal” de Cantos de vida y esperanza). Reflejo de estos
sentimientos es la presencia de lo otoñal, de lo crepuscular, de la noche…
Escapismo: huye de la mediocridad evadiéndose en el tiempo y en el espacio. En el tiempo se
retrocede al pasado nacional, fuente de evocaciones históricas y legendarias, o al mundo sensual de
la mitología clásica. En el espacio es relevante el gusto por lo oriental y lo exótico. Descontento con
la realidad que se le ofrece, el poeta se refugia en otra, creada por él a su gusto, en escenarios
lejanos o inventados.
El cosmopolitismo: el deseo de evadirse, de buscar algo distinto determina el interés por
viajar que sintió no sólo Rubén Darío sino todos los modernistas (“Tuvimos que ser políglotas y
cosmopolitas”, decía el poeta). El cosmopolitismo desembocó en la devoción por París, ciudad que
representa el mundo al que aspiraban, su vida nocturna, los cabarets, la bohemia,…
El amor y el erotismo: el tratamiento de ambos apunta en dos direcciones: una, la
idealización del amor y de la mujer, mundo inalcanzable que sume al poeta en la más profunda
insatisfacción y tristeza; otra, el erotismo desenfrenado, encarnado en la mujer fatal, lasciva y
dominadora. Ejemplo de estos temas son textos como “Que el amor no admite cuerdas reflexiones”
de Prosas profanas, o “Venus” de Azul.
El cultivo de temas indígenas e hispánicos: convive con el afán cosmopolita. En un primer
momento cultiva esta temática –mitos y leyendas de las culturas precolombinas y española- como
forma de evasión de la realidad circundante, posteriormente como exaltación de lo hispano frente al
poder dominante de los Estados Unidos. Con sus Cantos de vida y esperanza, Rubén Darío exalta lo
español como un conjunto de valores humanos y culturales frente a la civilización yanqui.
Comentarios
Publicar un comentario